En los últimos años, la incorporación de múltiples marcas y modelos de descalcificadores domésticos, también llamados residenciales, han hecho que la característica “de bajo consumo“ haya tomado importancia , sobre todo, en su ámbito comercial.
¿A qué llamamos un descalcificador de bajo consumo?
Para considerar como bajo consumo un equipo descalcificador hay que tener en cuenta los 3 parámetros de consumo que tiene un descalcificador
- Consumo eléctrico
Partiendo de la base de que hoy en día la mayoría de descalcificadores son automáticos, es inapreciable y difícilmente comparable, el consumo eléctrico que puedan tener (de 5 – 7 VA). Por ello, no es un factor importante a la hora de la elección de uno u otro equipo ni de ser cuantitativamente notable para lo que nos ocupa.
- Consumo de sal
En éste punto y como premisa necesaria, decir que todo equipo entendido como descalcificador (aparato para eliminación de la dureza del agua) , tiene un consumo de sal establecido.
¿Por qué consume sal un descalcificador? La descalcificación se realiza a través de resinas llamadas de intercambio iónico, las cuales tienen la particularidad de intercambiar los iones de calcio y magnesio (elementos que constituyen la dureza del agua) por iones sodio. Este sodio es el que aportamos con la salmuera (agua saturada de sal) en las periódicas regeneraciones del equipo.
- Consumo de agua
En lo que concierne al consumo de agua de un descalcificador residencial es el punto donde podemos establecer una diferencia definida por la calidad técnica del equipo. Los procesos de regeneración a contra-corriente (Upflow) son más precisos y efectivos que los realizados a cocorriente (Downflow). El hecho de mantener las resinas “en suspensión” y no “compactadas”, facilita el paso del flujo de la salmuera (agua concentrada de sal), siendo más fácil y con menor cantidad de agua, el proceso de la regeneración.
Ahora bien, es básico y muy importante que los tiempos programados en cada una de las fases de la regeneración estén correctamente ajustados al tamaño del equipo descalcificador y a sus condiciones de trabajo en la instalación donde está ubicado ya que, si no es así, toda ventaja técnica orientada a disminuir el consumo de agua será en vano.
También es importante saber en éste punto que, el configurar un descalcificador para tener menor consumo de sal por regeneración mediante un poder de intercambio menor, conlleva, como hemos dicho, un mayor número de regeneraciones para obtener la misma cantidad de agua descalcificada, y, por lo tanto, más alta probabilidad de tener mayor consumo de agua total para la realización de las mismas.
En resumen, el que un equipo descalcificador sea de mayor o menor consumo viene dado, principalmente por la configuración de su programación, siendo básico y necesario para ajustarla:
– Que disponga de una válvula de control que incorpore parámetros de programación “inteligentes” para optimizar los consumos. (Válvulas volumétricas, proporcionales y estadísticas)
– Que la programación sea la correcta para el modelo y tamaño de descalcificador instalado para lo cual es básico que el programador sea fácilmente comprensible y operativo
– Que se realice un mantenimiento periódico y efectivo, así como que la mecánica de la válvula de control sea sencilla y fiable.
Notas importantes a tener en cuenta:
– Hablamos siempre de descalcificadores automáticos volumétricos (de control de regeneración por volumen).
– El exceso de sodio aportado al agua descalcificada y que muchas veces puede sobrepasar el valor máximo establecido para las aguas de consumo humano, es fácilmente solucionable con otros posteriores tratamientos en puntos de uso y del que podemos hablar en próximos artículos.
Dicha resina, es la que establece, básicamente, las condiciones de funcionamiento y consumo que va a tener el descalcificador.
No todas las resinas tienen el mismo poder de intercambio y, por otra parte, es el aspecto con el que más se juega a la hora de configurar un equipo descalcificador para que tenga mayor o menor consumo de sal.
Una resina de intercambio trabaja como si fuera un vehículo. A mismas condiciones de velocidad y potencia (mismas condiciones de dureza del agua y de calidad de resinas) podemos hacer más o menos kilómetros en función de lo que llenemos el depósito. Un descalcificador que tenga mayor consumo de sal en cada regeneración y configurado con el máximo de “poder de intercambio” (establecido por el fabricante de la resina), daremos mucho más volumen de agua entre regeneraciones (ciclo) que un descalcificador, de la misma marca y modelo, que lo configuremos para trabajar con un poder de intercambio inferior y utilizando menor cantidad de sal en cada regeneración.
En definitiva, y en cuanto al consumo de sal de un descalcificador, podemos afirmar que siempre será proporcional al volumen de agua tratada. A más ciclo, mayor consumo. A menor ciclo, menor consumo.
También es verdad que, en los nuevos modelos incorporados en el mercado, y con las grandes prestaciones que nos aporta la electrónica, los nuevos descalcificadores llamados “inteligentes” nos dan la posibilidad de ajustar los consumos de sal a cada regeneración en función del ciclo consumido. En éste caso es una ventaja a la hora de fijar la hora en la que queremos que se realice el proceso de regeneración y no hacerlo con más consumo de sal que la proporcional al agua utilizada. Pero, en definitiva, se vuelve a cumplir la misma premisa de proporcionalidad ciclo-consumo de sal.
El conocimiento del porqué nos ayudará en nuestro criterio de compra.